Iturbide: La Puerta del Sur del Estado de Nuevo León, México.

 
 

                               

                                     

                            Recapitulación


Hasta aquí vimos a vuelo de pájaro algunas de las posibilidades del empleo de varios de los principios y procedimientos de la modificación de la conducta en el aprendizaje del lenguaje. El que nos sean de utilidad o no dependerá de que los usemos, cómo los empleemos, pues siempre serán posibles los ajustes, combinaciones o adaptaciones, y cuánto los utilicemos.


En otras palabras, si queremos aprender algo a fondo, será necesario tener la disposición y tiempo suficiente para repasar lo que estudiemos hasta dar la respuesta deseada sin tener que pensar siempre en la secuencia de sus componentes o el contexto en que puede usarse.


Si de lo que se trata es de afianzar la pronunciación de sonidos que se nos dificultan, porque no existan o sean irrelevantes en nuestra lengua materna, podemos imitarlos en forma aislada; pero también será necesario practicarlos dentro de las palabras de los que son componentes, para fortalecer el encadenamiento. Ya hemos visto que a esos sonidos que cambian el significado de las palabras se les llama fonemas.


Identificados los fonemas o bloques de palabras en que aparecen, podremos principiar a practicarlos por pares asociados, esto es: español “a”/inglés “b”, o inglés “b”/español “a”. De vez en cuando podremos revisar nuestro aprendizaje diciendo sólo las “aes” para ver si recordamos las “bes”, o a la inversa. También podremos hacer repasos de esas palabras recién aprendidas escuchando breves conversaciones o lecturas de textos con vocabulario básico o simplificado en los que se les incluyan.


Cada nuevo elemento de la serie o bloque podemos repetirlo cierto número de veces como “disco rayado”, segmentarlo y practicar el encadenamiento hacia atrás y/o adelante, o sólo repetir las sílabas que se nos dificulten, como “tartamudeo”.


En caso de que al memorizar frases u oraciones todavía tengamos dudas del significado de alguna palabra, agregaremos más ejemplos que la incluyan para ampliar el contexto en que ocurre.


En resumen: necesitaremos identificar y marcar las palabras en que tengamos dudas sobre su significado o pronunciación, ya sea aisladas o en frases u oraciones, lo que nos facilitará el reconocerlas para practicarlas en diferentes contextos y lograr la confianza de que podemos emplearlas en la “construcción” que hacemos al comunicarnos con segmentos o bloques completos.


Generalmente los hablantes comunes no creamos nuevas palabras que sean aceptas por el resto de la comunidad hablante de la lengua, sólo generamos frases u oraciones con palabras ya aceptadas.


En el habla cotidiana del inglés, tanto oral como escrita, es común que se empleen contracciones (“lab” = “laboratory”, “lit” = “literature”) y uniones de palabras (“smoke” + “fog” = “smog”) en frases y oraciones, por lo que será indispensable aprender como hacerlo también.


Al avanzar en el conocimiento y uso de cualquier lengua, por supuesto incluyendo la materna, caeremos en la cuenta de  que hay palabras que significan más o menos lo mismo (sinónimas), por lo que nos servirán para substituir una por otra que olvidemos al estar hablando o escribiendo, PERO esos sinónimos o equivalencias también pueden tener diferencias sutiles, p. ej. una puede ser formal y la otra informal, ¿diremos a alguien que de regreso a casa “adquiera” un litro de leche y un kilo de tortillas, o que los “compre”?. 


Aunque al principiar a hablar podremos pasar por alto estas “sutilezas”, pues nuestro primer objetivo es comunicarnos, conviene saber que existen porque así poco a poco las iremos detectando. Algunos ejemplos de matices de significado en equivalencias de ambas lenguas las tenemos en: “look at”: mirar, “gaze”: observar, “peer”: mirar detenidamente o “stare”: clavar la vista. Como ya vimos, las equivalencias, sinónimos e incluso frases idiomáticas, podemos practicarlos mediante los pares, tríadas, etc. asociados (a-b, b-a, a-b-c, c-b-a ).


Esta misma estrategia nos servirá para aprender a diferenciar la pronunciación entre “pares mínimos”, es decir, palabras que “casi” se pronuncian igual, pero la “pequeña” diferencia (fonema) marca el cambio de significado, p. ej.: “raw” (se pronuncia [ro]) y “row” [rou] que, dependiendo del contexto, pueden significar “crudo” y “remar”.


Lo mismo es aplicable para las frases lexicalizadas, los modismos o expresiones idiomáticas (salió con su domingo siete, se armó la gorda, le peló los dientes, miradas que matan, hay pájaros en el alambre, etc.); formas verbales o verbos de dos palabras en los que, al cambiar la pronunciación o agregar una preposición después del infinitivo, cambia el significado (to “read” [rid] = leer , he “read” [red] = leyó, “to dig” =  cavar, “to dig out” = sacar).


En pocas palabras, si con el solo hecho de profundizar en el conocimiento de nuestra lengua no tenemos suficiente “gimnasia cerebral”, podremos aprender otras, pero evitemos en lo posible la saciedad o agotamiento al estudiarlas.


Recordemos que a veces todo lo que tenemos que hacer para “resolver el problema” en que estemos atascados es simplemente permitirnos una “breve retirada”, pues al volver para enfrentarlo de nuevo resulta que no existía, sólo estábamos hartos de lo mismo, había que disminuir el ruido ambiental interno o externo, controlar la intensidad de la iluminación, o un ligero cambio de perspectiva para que todo encajara en su lugar.

                                                   Enero de 2024

Iturbide:


La Puerta del Sur del Estado,

      Nuevo León, México

 

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