Iturbide: La Puerta del Sur del Estado de Nuevo León, México.

 
 


                     

                 Salió el sembrador …

                                Mt 13:3-9, Mc 4:3-8 y Lc 8:5-8


                            Gafas para Leer


  Una campesina al andar por el pueblo había escuchado a algunos visitantes decir: “está muy brillante la luz y no traje lentes de sol” o “no puedo leer esto y se me olvidaron los lentes”.


  Ella tenía confianza con un varillero (vendedor ambulante) que pasaba  regularmente por el pueblo, y a quien ya había encargado algunos artículos que no se conseguían en las tiendas locales.


  Cuando lo volvió a ver decidió encargarle unos anteojos para leer, como él ya les había llevado a otras personas lentes con diferentes grados de  aumento, sólo pidió un anticipo y aceptó conseguírselos.


     La siguiente vez que se encontraron ella preguntó por su encargo, y él sacó un pedazo de periódico y una cajita en la que había tres armazones con sus cristales. Le dio el periódico, el primer juego de lentes, y le dijo: “A ver si con éstos puede leer”.


     Ella se colocó los anteojos, cogió la hoja, y respondió: “No leo nada”.

     - “Bien, pruébese estos”.

     - “No puedo leer”.

     - “Y con éstos?”.

     - “No, nada”.

     - “Pero mujer, ¿sabe usted leer?”.

     La respuesta fue: “Si supiera leer ¿para qué iba a necesitar las gafas?


                    Necesidad de Objetivos


Al hacer una propuesta de intervención es necesario definir los objetivos y la forma de evaluar su logro. En el caso del lenguaje, éstos podrían ser: incrementar la comprensión del número de palabras (¿sólo del habla cotidiana o también técnica?, ¿al oírlas, o también al verlas escritas?; en el área de negocios ¿aprender vocabulario para hacer trámites o para pedir orientación al viajar?), disminuir el número de errores ortográficos por cierto número de palabras escritas o por página, etc.


Sin importar cuál sea nuestra lengua meta (inglés o español), como adultos ya tenemos cierto conocimiento del mundo, experiencia personal y un repertorio verbal en el cuál apoyarnos para aprender más sobre el uso de la misma o de otras lenguas, así es que no tendremos que apegarnos estrictamente al orden con que aprenden los niños la lengua materna, sino que podremos seguir todos los atajos posibles.


En la modificación de la conducta se cuenta con diferente tipos de registro para la evaluación de ésta, aquí sólo mencionaremos algunos de ellos: a) en base a su duración, b) al tiempo o intervalo en el que se espera se presente, c) el número de respuestas requeridas, o d) el efecto que ésta deja en el ambiente (producto permanente). Ejemplos de ellos podrían ser: a) en diez minutos leer el texto de la página X, Y o Z, a elegir, y resumirlo en palabras propias, b) resolver correctamente seis problemas de ... c) escribir en clase, y entregar al final de la misma, en no más de 150 palabras, un ensayo sobre el tema estudiado (p. ej. prejuicio social). Como vemos, es posible combinar dos o más formas de registro, pues el producto permanente es el ensayo que se entregará al término de la hora de clase.


Las lenguas, ya sean habladas o escritas, se forman de bloques o piezas sueltas que el hablante necesita reconocer para emplearlas de forma efectiva, como lo hacen los niños con el mecano, o juguete de piezas separables para realizar sus construcciones, y algunos juegos computacionales. En su escritura tanto el idioma inglés como el español utilizan el alfabeto latino, con diferencias mínimas, p. ej. en español los acentos ortográficos y la ñ; o en inglés la frecuencia de uso de letras dobles que representan un solo sonido o fonema (ll, ph, ss), más de uno (gh o th), o son mudas. En la pronunciación si que hay discrepancias entre ellos, pues en el habla inglesa se usan con frecuencia sonidos (fonemas) que no son significativos en español, como las diferentes pronunciaciones de las vocales, o las de la v y la b, la s y la z, ch y sh, etc.


Si la meta es comprender el inglés hablado, un objetivo podrá ser ir detectando o discriminando esas diferencias de pronunciación producidas por los hablantes a quienes estemos escuchando. Lo que en un curso será más fácil si nos apoyarnos en el guión escrito que ellos estén siguiendo o el subtitulado (CC) de los videos o películas, pues entonces contaremos con estímulos extra para “seguir” la lectura del texto, o “hacer sombra” al locutor al antecederlo (recuerda que al reproducir los videos de la red puedes reducir o incrementar la velocidad de lectura de los actores de voz, p. ej. desde menos de la mitad, ó 0.25, hasta el doble de la normal, en “settings – playback speed”).


Al principio la información recibida la almacenaremos en nuestra memoria de corto plazo o de trabajo (de unos cuantos segundos a minutos), pero con la práctica poco a poco irá pasando a la de largo plazo, y hasta podremos “recuperarla” utilizando sólo el contexto lingüístico, físico o social. Así es que a veces con entreoír el ritmo o entonación de las frases entenderemos lo que alguien dijo.


Si nuestro propósito es incrementar el vocabulario al mismo tiempo que practicamos la pronunciación y la lectura, contamos con diferentes alternativas, como las listas de frases y oraciones, los textos redactados en base a las palabras con mayor frecuencia de uso, los dirigidos al público infantil y juvenil, listas de verbos regulares, irregulares o de dos palabras; historias con dificultad estructural creciente por incluir oraciones en voz pasiva, coordinadas o subordinadas, etc. Hoy la gran ventaja para quienquiera que estudie inglés es el número de programas y textos gratuitos que existen en la red, ahora el problema está en por dónde empezar para que el trabajo sea más eficiente.


En caso de que no estemos satisfechos con lo que ya sabemos, podemos principiar por incrementar nuestro vocabulario y mejorar la pronunciación mediante cursos que presenten su contenido en las dos lenguas, y reforzarlo leyendo textos monolingües en inglés o español simplificado que lo empleen en forma de diálogos o historias. No tendremos ninguna dificultad para encontrar textos redactados utilizando las 500, 1000, 2000 ó 3000 palabras más usadas en inglés (nivel básico, intermedio o avanzado), pero habrá que recurrir al diccionario cuando haya dudas sobre la traducción, ortografía o pronunciación. Si nuestro diccionario es físico, conviene aprendernos el alfabético fonético que emplee,  generalmente basado en el alfabeto fonético internacional, que incluye unos cuantos símbolos diferentes a los del alfabeto latino a que ya estamos acostumbrados, para representar los sonidos exclusivos de cada lengua. Si el diccionario es electrónico presentará la pronunciación en forma sonora, escrita o en las dos.


Ya dijimos que en el análisis conductual se le llama operante a la conducta que es modificada debido a sus consecuencias (R-E), como es el caso del habla. Pero de nuevo hay que matizar, pues en algunos casos ésta será “abierta” u observable a simple vista (“p. ej. al hablar o leer en voz alta y al escribir), en otros será “encubierta”, por lo que será necesario equipo específico (p. ej. polígrafos, electroencefalógrafos, etc.) para registrar lo que ocurre en los órganos fonadores o en el cerebro del hablante, o con los dedos de los sordomudos mientras piensan, p. ej. la respuesta a una pregunta. Recordemos la sorpresa que se llevó San Agustín (Confesiones) al ver que su maestro, San Anselmo, comprendía lo que leía sin hablar o siquiera mover los labios (WIKIPEDIA).

                                                   Enero de 2024

Iturbide:


La Puerta del Sur del Estado,

      Nuevo León, México

 

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