Los Sauces, San Pedro de Iturbide.

 


Los Sauces

                                                 Octubre de 2023

Mecedora del abuelito


El Morral de los Milagros



Relatos de Ánimas, Diantres, Brujas y otros Espantos       


Déjame y te cuento un cuento …


Los viejos de la Peña no desaprovechaban la oportunidad que se les presentara para mostrar a los niños de la familia que el valor de una persona como tal no depende del dinero que tenga o la posición social que por el momento ocupe.


Con frecuencia les narraban algunos de los episodios que les tocó vivir con sus familiares y vecinos, incluyendo tanto los aspectos que les causaron penas como los que fueron motivo de alegrías o satisfacción, sin recurrir a la autocensura como mordaza. Según contaban, el peor período en sus vidas fue el de la Guerra Civil, después de la Revolución Mexicana.


1                    Por más que ruede la nuez al caer

                     no la encontrarás lejos del nogal.


El Viejito del Morral


Cada quien cree, o finge creer, que el mundito en el que vive es el centro del universo y que no ha habido ni habrá mejor historia que la que está contando, pero yo, que soy el eterno cambio, llevo registro de todo lo que sucede y de cuando en cuando desempolvo los recuerdos, aforismos o dichos, anécdotas, crónicas y leyendas que acarreo en mi morral.


Habrá a quienes les incomode que se evoque el pasado, pues saben tan bien como yo que uno no deja de ser como ha sido de un momento para otro y sin esfuerzo, pero es de historias de lo que está hecha la vida.


2            “I can resist everything except temptation.”

                                                           Oscar Wilde

               Puedo resistirlo todo, menos la tentación.

                                                              Oscar Wilde


El Ciego del Pueblo


El ciego del pueblo no necesitaba de lazarillo humano, pues nada más montaba a su burro y éste invariablemente lo llevaba hasta donde encontrara algún vecino dispuesto a platicar, y allí se quedaba tranquilamente parado hasta recibir orden de seguir adelante. Durante estos encuentros era raro escuchar que él hablara, pero con frecuencia había quien lo buscara en su casa para escuchar sus opiniones o comentarios sobre los más diversos temas de la vida en la Villa, pues parecía tener “mejor ojo” que cualquier otro para ver lo que allí pasaba.


Como tenía acceso privilegiado a información de la cultura local, pudo adaptarse muy bien a los usos y costumbres. Se dice que era enamoradizo como cualquier hijo de vecino y que, en una ocasión, una dama a quien le había “echado el ojo” intentó rechazarlo diciéndole: “pero si usted ni siquiera ve”, a lo que el muy diantre de inmediato respondió: “pero si tiento”.


Nosotros imitaremos sus pasos, tentando para no caer en la tentación, aunque de entrada sabemos no podremos seguir el consejo de que: “Hay que tener mucho tacto al destapar ollas en casas de los vecinos, pues no se sabe lo que contengan”. Nuestra única excusa es que si nos apegáramos a él ahora que nos toca regar la arena … ejem ... trasmitir a otros todos los conocimientos que reunió en su morral, no podríamos hacerlo.


3                          Entre tanto pedregal,

                        me sobrarán municiones.


Los “Revolucionarios”


La principal angustia para los habitantes de Iturbide, durante la Guerra Civil, era que cada gavilla que pasaba por el pueblo los dejaba sin alimentos, armas con que protegerse y animales para el trabajo o el trasporte; pero ya para entonces era bien conocida la calidad de la yerba que se cosechaba en El Potrero Prieto (o de Prietos), ésa que fumaba La Cucaracha (el usurpador, Victoriano Huerta); así es que a los sampetrinos no les faltaron ni les sorprendían las historias fantásticas o de exageraciones narradas por algunos de los vecinos.


Pitoche se emocionaba contando a los muchachos cómo liquidó a un buen número de bandidos: él se encontraba cuidando el ganado cuando los vio venir, pero como siempre traía su honda enganchada en la pechera del pantalón, rápido se agachó y cogió una piedra de buen tamaño, se escondió entre un matorral y cuando pasaban frente a él dio vuelo a la honda, soltó la piedra y tumbó a uno de los últimos, que montaba un macho güero; recogió el máuser del caído, se montó a la mula y empezó a tirar balazos a los más próximos. Al voltear, después de recargar y disparar el máuser, nomás los veía caer.


Chepito (ahora sería Pepito o Pepín) contaba que él acababa de cruzar la Plaza de los Arrieros (luego Restaurante Don Homero, esquina noroeste) e iba a dar vuelta con rumbo a El Palo Mocho cuando vio venir una partida de bandoleros por la cueva, unos doscientos metros al poniente, pensó que podría escapar por el arroyo y se dirigió hacia allá, pero antes de llegar al barranco oyó que algunos jinetes ya iban tras él, así es que rápido desdobló el jorongo que llevaba al hombro, agarró las cuatro puntas y salto al vacío. Afortunadamente por entonces abajo no había ni nopales ni magueyes. Así fue como principió el paracaidismo en mi tierra, cuando en otras partes del mundo apenas comenzaba la aviación.


Cuando casi todos los habitantes huyeron del Municipio, Peto se quedó en su majada a cuidar unas cuantas cabras que tenía. Después de uno o dos años principiaron a regresar algunos de quienes habían huido sin tener ni idea de cómo iban a sobrevivir, pues ignoraban qué animales les habían dejado los “revolucionarios” o cómo estarían sus casas y labores por el abandono. Como siempre, entre los recién llegados no faltó el niño bocón sabelotodo que al ver los dos perros flacos que Peto tenía para cuidar su ganado le reclamó: - “Oiga Peto ¿por qué no les da de comer a esos pobres perros?, se les pueden contar los huesos a través del pellejo”. A lo que Peto respondió: - “¡Qué tiene, niño!, si todos los días les mato una cabra para que traguen, nomás que son de raza acordonada”.


Al construir la UANL el Observatorio Astronómico en el cerro El Picacho, los ejidatarios vecinos vieron la oportunidad de cambiar su giro de actividad, y pusieron en “oferta” el ejido por “sólo” nueve cifras ($$$,$$$,$$$). El anuncio de “promoción” especificó que se trataba de un terreno ideal para la agricultura, la ganadería o el turismo; ignorando que en la actualidad se dispone de sistemas satelitales, drones, y otros recursos de acceso a la información, incluso sin ir físicamente a Iturbide.


No se sabe si es la altitud, el clima o la calidad del aire lo que afecta a la gente, pero algo les pasa al estar en San Pedro. En un video promocional del Observatorio que tiene la UANL en El Picacho, difundido en el Facebook municipal el 22 de octubre del 2020, uno de los estudiantes de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas al dar su testimonio sobre qué fue lo que le gustó más de la visita guiada, afirmó (min 36) que: “el cielo que hay aquí”. Lo que nos recordó el chiste sobre el curita recién llegado al Pueblo, quien al salir por la noche al atrio y observar el cielo exclamó: “¡Cuántas estrellas! … ¡y todas en mi parroquia!”.


4                  Hasta con aguamiel agria

                 se hacen muy buenos atoles.


El Buen Vecino


En la tradición oral, a diferencia de la historia oficial enseñada en las escuelas, la mayor parte de los recuerdos de los viejos sobre sus experiencias durante “la Revolución” eran de asesinatos, violaciones, robos y miserias, por lo que las historias sobre la honestidad o apoyo de los vecinos todavía son memorables para sus descendientes, aunque no aparezcan en libros de texto escolares.


Deuda Saldada. Aquel año fue malo para todos pues, aparte del ciclón, se perdió la cosecha y atacaron al Pueblo los “revolucionarios”. Pero José lo resintió más porque, apenas habían llegado a la ciudad huyendo, cuando murió su mamá y el médico le dijo que si no operaba a su mujer había el riesgo de que murieran tanto ella como el niño que estaba por nacer. Desesperado porque no tenía con que pagar la cirugía fue a hablar con Arturo, un vecino de su pueblo quien también vivía allí, aunque con pocas esperanzas de que le pudiera prestar el dinero necesario, pues sabía que había huido “con lo puesto”. Arturo pidió prestado el dinero a familiares y amigos como que era para él, y se comprometió a hacer el pago.


Regresaron al Pueblo, pasó el tiempo, y un día llegó José muy contento a casa de Arturo porque por fin podía saldar la deuda. Cuando Arturo le comentó que ese dinero hacía tiempo lo había dado por perdido, José protestó que para él el no pagarlo hubiera sido peor que un robo, pues con eso se habían salvado dos vidas de su familia.


La mecedora. Elías salió “pata de perro” y de joven fue a dar hasta San Antonio de Béjar, Texas. Allá aprendió carpintería y después de algunos años regresó al Pueblo con algo de dinero y su herramienta, pero como no hubo quien le ordenara algún trabajo se puso a hacer muebles para su familia, a su papá le regaló una mecedora. Después de que se casó, la situación en la Villa seguía igual, así es que pasaba temporadas allí y temporadas en Puebla, donde sí había trabajo de carpintería y tenía familiares con quienes vivir.


Tanis fue uno de los muchos arrieros que hubo a principios del siglo pasado en el Pueblo y, cuando pasaba frente a la casa de don Pablo, veía en el zaguán al viejito sentado en su mecedora leyendo. Al llegar la Guerra Civil a la Villa algunos de “los revolucionarios” cargaban con lo que hallaban a su paso, y una de esas cosas fue la mecedora, pero en algún momento les resultó incómodo el llevarla y por La Colorada la arrojaron a un lado del camino.


Por esos días Tanis hizo uno de sus viajes a Galeana, vio la mecedora, la reconoció y la echó sobre la carga de su mula tordilla. Al llegar a aquella población la dejó encargada en casa de una familia conocida, y cuando pasó “La Bola” fue a recogerla para regresarla a su dueño. Actualmente está en San Pedro, en casa de unas bisnietas de don Pablo, y en noches muy tranquilas se puede escuchar cuando se mece.


El violín “hechizo”. Braulio vivió en El Potrero Prieto, Municipio de Galeana, pero con frecuencia pasaba por San Pedro rumbo a Linares, porque iba a vender algunos productos del rancho y a comprar lo que necesitaban. En cada pasada llegaba a casa de sus amigos en el pueblo para ver qué se les ofrecía o a entregarles los encargos.


Al saber que se había casado Daniel, hijo de uno de esos amigos, le llevó a Hilario su hijo mayor para que lo ayudara con el ganado y demás labores del campo, “y así se enseñara a trabajar”. Aunque el muchacho era muy joven no necesitaba que le dieran instrucciones para hacer lo que se ofreciera, y los domingos mientras los demás descansaban él se iba para la nopalera que había detrás de la casa. Uno de esos días al regresar Daniel y su esposa de casa de sus papás oyeron sonidos como de música hacia la nopalera, fueron a ver, y encontraron a Hilario probando un violín que se había hecho con unos pedazos de madera.


Aquí todos somos uno. Yo no tenía por que haber venido aquí, sin embargo por la noche pensé que con tanta lluvia no iba a poder trabajar la milpa, así es que decidí ir al rancho en Galeana a darle una vuela a mi gente. En la mañana esperé a que pasara el primer grupo de arrieros y me les pegué, pero como ellos dicen, por largo que sea el camino tarde o temprano se acaba.


Mientras más avanzábamos por el Cañón de Santa Rosa más agua corría por el arroyo, por lo que decidimos esperar un rato en la Cueva Borrada, cerca de El Ebanito, a que bajara el nivel de la creciente, pues para arriba el Cañón se hace más estrecho. Cuando estábamos preparándonos para irnos se oyó un tronido muy fuerte y el techo de la cueva se nos vino encima a los que todavía estábamos adentro, los demás corrieron, y algunos fueron a pedir auxilio al Pueblo.


Después de rescatar nuestros cuerpos los enterraron en una esquina del panteón, que reservan para vagabundos e indigentes que no tengan deudos en el Pueblo. Pasó el tiempo y exhumaron nuestros huesos para dejar el espacio disponible, y los pusieron en unos osarios del muro que da hacia la Villa con el         propósito de que con el sol de la mañana, las lluvias y el viento se deshicieran más pronto; pero antes llegó el día en que los muchachos cogieron algunas de nuestras calaveras para jugar con ellas por la calle. Cuando lo supo el Alcalde ordenó a un policía buscar un costal, recoger todos nuestros huesos, y ponerlos en un rincón de la comandancia mientras se decidía que hacer con ellos.


El acuerdo del Ayuntamiento fue que cada que muriera algún vecino, antes de tapar la fosa, se colocaran alrededor de la caja algunos de los huesos antiguos y dejar de usar los osarios. Así es como todos hemos llegado a ser uno.


El Ángelus sampetrino. Allá por los años cincuentas del siglo pasado había dos policías en el Pueblo, Tacho y Bucho, y sus ocupaciones se limitaban a hacer los “mandados” que se les ofrecieran al Alcalde y al Secretario municipales,  “vigilar el orden público” cuando hubiera bailes, o espantar a los burros que se metieran a la plaza.


A solicitud de uno de los sacerdotes de la Parroquia de San Pablo Apostol, que ocasionalmente visitaban el templo local, se les encomendó a ellos sonar la campana a la hora del Ángelus. Como la instrucción fue que “dieran las doce y las seis”, Bucho de inmediato se hizo cargo de las campanadas de mediodía, pues desde la plaza veía cuando su mujer salía a la puerta de la casa y le hacía señas con el delantal de que ya estaba lista la comida. Después de cumplir la encomienda, para que quedara bien clara la división de tareas, Bucho le dijo a Tacho frente al Secretario: “yo ya di mis doce,  `ai´ das tú tus seis cuando quieras”.


El “amo” y su “familia”. A estas alturas del siglo XXI, todavía vivimos quienes recordamos costumbres que ya no existen o palabras que se utilizaban en Iturbide con otro sentido al que se les da actualmente allí o en otras partes.


En “nuestros tiempos” era común ver que la gente mostrara en público de forma simbólica el respeto o veneración que sentía por sus seres queridos. Los jóvenes al saludar a algún mayor tomaban su mano y se inclinaban como para besarla. Al encontrarse dos adultos que hacía tiempo no se veían, se acercaban de frente y cada uno de ellos ponía su mano derecha sobre el hombro del otro. Todavía durante la segunda mitad del siglo pasado, al encontrarse desconocidos por el Cañón de Santa Rosa se saludaban levantando la mano derecha.


El “amo” era el patrón (y sus hijos los amitos), pero aquél era responsable del bienestar de la familia de sus empleados, a quienes tenía la obligación de entregar puntualmente el sueldo y los avíos convenidos.


La “familia” podía ser sólo la mujer, la mujer y los hijos o la familia extendida.


La relación laboral duraba por años o toda la vida y, en algunos casos, los empleados se resistían a formalizar por escrito sus contratos con el patrón, pues aunque algunos no sabían escribir otros aunque lo supieran consideraban los tratos verbales parte de la confianza personal mutua ( “tener palabra” o “cumplir la palabra empeñada” ).


Constancio trabajó por muchos años con Daniel, y cuando éste se fue a vivir a Monterrey convinieron en que le dejaba como indemnización por los años de trabajo parte de una propiedad, quedando la escritura pendiente para cuando Constancio quisiera hacerla. Pasaron los años y cada vez que se volvían a encontrar Daniel le recodaba que todavía no había firmado la escritura. Murieron los dos y, hasta muchos años después, los hijos de ambos legalizaron la propiedad intestada.


En Iturbide, a diferencia de otras regiones del norte mexicano, el vocablo “gringo” no suele tener connotaciones peyorativas, y los ciudadanos del país del norte pronto lo captan, por lo que lo adoptan como gentilicio para designarse a sí mismos: “por favor le dice que pasó a buscarlo el gringo”.


5                           Donde hubo amor,

                      con los recuerdos basta.


Los Descansos de las Ánimas


Durante muchos años no hubo en todo el Municipio más que el cementerio de San Pedro, así es que cuando moría alguna persona en un rancho y los deudos querían que esperara en camposanto para ver la gloria del nuevo día lo tenían que llevar hasta allá. A veces la distancia era de muchas leguas (kilómetros) y no había caminos transitables, por lo que quienes transportaban el féretro en sus hombros se iban turnando.


Cuando los rancheros eran precavidos localizaban por el camino los árboles que daban mejor sombra e iban arrimándoles al tronco las piedras del rededor, para formar un montículo donde dado el caso podrían colocar el ataúd, mientras descansaban ellos y decían una oración por el eterno descanso del ánima del finado. Como es natural, esas piedras se encontraban cada vez más lejos del árbol elegido como “descanso”, por lo que los creyentes cuando pasaban cerca de éste aprovechaban para pedir gracia a Dios para sus difuntos, desde que tomaban la piedra hasta que la depositaban.


Llegó el trasporte motorizado y autorizaron más panteones. La mayoría de esos descansos han ido desapareciendo por la acción de los animales silvestres, y con la ayuda de algunos transeúntes que consideran estorbo todo lo que les recuerde el pasado, pero eso sí, están en la mejor disposición para guardar un “minuto de silencio”, enviar ofrendas florales, hacer guardia junto a un féretro o ante una escultura en el aniversario de la muerte de desconocidos.


6                   Zopilote con plumas mojadas

                           no remonta el vuelo.


La Inútil Lámpara de Adela


En la Grecia antigua Diógenes Cínico caminaba de día con una lámpara encendida en la mano “buscando hombres” (honestos), se dice que en San Pedro de Iturbide Adela se hubiera conformado con encontrar “un hombre”.


Algunas tardes al obscurecer Adela salía de casa con una lámpara de aceite en la mano, se dirigía hacia abajo (oriente) por la calle que hoy es Madero hasta llegar a la plaza Juárez, subía al norte para La Loma, seguía por la falda de ésta rubo al poniente por Ayuntamiento y luego seguía por Abasolo, bajaba al sur por el lado oriente de la huertilla de los nogales (Morelos), para dirigirse a la plaza Bernardo Reyes, frente a la que estaba su casa.


Como por aquellos tiempos una mujer “decente” no debería de salir sola por la noche, pero tampoco se casaba sin que “pidieran su mano”, Adela preguntaba a quienes encontraba por su camino: “¿qué se dice por ahi?, ¿ya me piden?” o “¿han visto a Mauro?” (niño huérfano a quien criaron ella y su hermana). El diagnóstico de la gente del Pueblo era que estaba loca. Murió soltera, terrible desgracia según se inculca por acá a la mayoría de las mujeres desde niñas, pues no tendrán “quien les dé respeto” o “las haga valer” (aunque las golpeen).


7               Cirre (estiércol caprino) que no se barre

                    con las lluvias se convierte en fango.


Limpias, Amarres, Males Puestos, etc.


En la Villa no hubo servicio médico hasta mediados del siglo pasado, por lo que los enfermos que no podían trasladarse hasta Linares eran atendidos con los medicamentos que se les recetaban a distancia, con remedios y tratamientos caseros o mediante la fe y la superstición. A esto hay que agregar la cultura machista predominante hasta la actualidad en muchas familias locales.


  1. -Pe … pe ... pero, aquí tradicionalmente la mayoría de quienes se han ocupado de la educación y salud comunitaria han sido mujeres, ya sea como madres, parteras o profesoras ...


Tal vez por eso no sea sorprendente que, incluso entre familias con recursos económicos suficientes para acceder a mejores niveles de educación y servicios de salud, haya quienes (hasta alcaldes con estudios universitarios) sigan creyendo en la brujería, y en eso como en cualquier empresa económica la oferta depende de la demanda. Zá-ba-ca-du-la, sál-chi-co-mu-la, di-vi-dí, di-vi-dá, peri-quín, ¡puuum!.


Se dice que en Linares, o más específicamente en La Petaca, ha ido perdiendo atractivo el folclore de las brujas, pues a algunas de ellas se les puso casa en Iturbide, pero nunca se sabe. En WIKIPEDIA se puede confirmar que Fernando Antonio Lozano Gracia, destacado miembro del PAN, cuando fue Procurador General de la República a fines del siglo pasado, “consultó” a “La Paca”


8                  Golpe dado, aunque se sobe.


Benditas Ánimas del Purgatorio


Lupe era la niña rica de la familia, pues era hija única y sus papás no sólo tenían algo de dinero en efectivo y cuenta en un banco de la ciudad, sino también ganado y un buen número de propiedades. Cuando murió su mamá, ella principió a malgastar la parte de la herencia que recibió, por lo que no le faltaron “amigos”.


En cualquier momento en que tenía problemas económicos, afectivos o sociales con sus vecinos recurría a Vita, su bruja de cabecera en Linares, quien le pedía dinero “para ponerle veladoras a las Benditas Ánimas del Purgatorio”.


Lupe se fue acabando todo lo que tenía, y los últimos años vivió de la caridad de algunos de los parientes, aunque se decía víctima, pues “del árbol caído todos hacen leña”; pero durante mucho tiempo declaraba muy satisfecha que “las Ánimas del Purgatorio me costarán mis veladoras, pero gracias a ellas no tengo problemas”.


9            Burro manadero viejo, aunque lo capen.


Los Tasajos


Cuando Valeriano decidió vender su rancho “Los Sauces”, allá por la Segunda Guerra Mundial, Jesús fue el único valiente que se ofreció a comprarlo, aunque después se supo que él sólo puso el nombre y parte del dinero, pues en realidad el rancho pasó a ser propiedad de los “muchachos muy machos” del Pueblo.


Al tomar parte activa los gringos en la Guerra Mundial se vieron en la necesidad de contratar más mano de obra agrícola extranjera (braceros), encontrar alimentos fáciles de transportar y “sustancias recreativas” para su ejército.


Los “muchachos” fueron muy “emprendedores” y decidieron establecer en Los Sauces una matanza de burros robados y secar la carne al sol. Por entonces ya había carretera de terracería por el Pueblo, así es que pudieron exportar el producto alimenticio hacia Texas, y entonces vieron la oportunidad de diversificar el negocio e incluyeron el contrabando de la yerba.


En aquel tiempo el tráfico por la Villa consistía en unos cuantos camiones de carga y un autobús, que pasaba por la mañana de Galeana para Linares y por la tarde de regreso, éste tenía en la parte externa superior una parrilla en la que el chofer o los pasajeros acomodaba el equipaje (a veces hasta cabritos o gallinas vivos).


En una ocasión en que el chofer estaba muy atareado acomodando y atando bultos y cajas en la parrilla mientras los Jesuses le daban instrucciones desde abajo, salió de su casa Elena, esposa de uno de ellos y hermana del otro, y principió a gritarle: “No lleve a ese par de tasajos `carnesecas´, ¡en esos bultos llevan la mariguana!”. El chofer no esperó más instrucciones, desde arriba arrojó al suelo los bultos de los Chuchines por el lado contrario al que estaban ellos, bajó apresurado y partió, manejando el autobús como alma que se lleva el diablo.


¿Y en San Pedro?, ¡todo en santa paz!.


10                     Cuando la perra es brava,

                      hasta a los de casa muerde


La Dulce Vida Doméstica en el Campo


Dulce María fue mujer de uno de los líderes agrarios locales, pero no era célebre por eso, sino por el dicho de uno de sus hijos, pasaporteado que pasaba en el Pueblo dos o tres semanas al año: “La desgraciada de mi `amá es muy hipócrita”.


11              Con que el amor sea del bueno,

                   aunque la cama sea de piedra.


Las “Relaciones”


Cuando se sabía de un “afortunado” súbito, sus vecinos no le creían que de pronto hubiera ganado dinero con trabajo honesto, por lo que afirmaban que había encontrado “una relación”. Después vinieron las “relaciones públicas”, rifas de diferentes tipos, y los billetes de lotería.


En el Municipio se le llamaba “relación” al dinero o alhajas que alguien “encontraba enterrado” sin haberlos ocultado él mismo, aunque generalmente el valor no era mucho debido a que la mayor parte de la población era pobre, y quienes tenían algún capital lo invertían en bienes. Lo anterior no impidió que algunos de quienes se decía traficaban marihuana afirmaran “haber encontrado” jarros, casos o cazuelas con monedas de plata en chimeneas, paredes de casas viejas o hasta en las nopaleras.


12                        Ponte los huaraches

si vas para la nopalera


La Borracha


Lucinda acostumbraba tomarse de vez en cuando sus tragos de mezcal, pero a los chismosos de sus parentela y vecinos les decía que olía a aguardiente porque traía un dolor de muelas, y se amarraba un paliacate a la cabeza.


Una tarde en que andaba borracha se sentó en el umbral de una de las puertas de un tendajo del Pueblo, pues en ellos también vendían “tragos” antes de que llegara por allá la cerveza. Cuando fue hora de cerrar, el tendero le dijo a su ayudante: “Cierra la puerta lateral y yo cierro la del frente”, pero el muchacho no podía cerrarla porque allí estaba sentada la borracha, por lo que le advirtió:

- Muévase, mujer.

-¡No me muevo! ... y … ¡no me muevo!

-Necesito que se mueva.

- ¿Y para qué me voy a mover?

- Porque voy a cerrar la puerta.

- ¡Pues ciérrala!

- Pero le apachurro las nalgas.

- ¿Cuáles nalgas?

  ...


13                        El labrador come a sus horas,

                                  cuando tiene qué.


    Que el Infierno Sea para Otros


Al enterarse de quiénes mandaron incendiar el restaurante que sus hijas habían puesto, la abuela sólo comentó: ¿Vengarnos?, pero si únicamente hay que esperar para que se les revierta lo que nos desean. ¿Se quemó parte de la casa y seguimos vivos? ... ¡hay que reconstruirla!.



14       El buey, cornudo o melón, seguirá siendo buey. 


La Embromia (Carga)


La joven Gudelia se fue a vivir con “Cornelio”, quien era mucho mayor que ella y tenía en el rancho donde vivía una casita, algunos animales y una labor donde sembraba maíz y frijol. Pasaron los años y, como a veces sucede, Nelín estaba cada vez más viejo y achacoso.


Un invierno Gudelia decidió llevarlo a consultar a una bruja. Llegaron en mulas hasta San Pedro y, mientras esperaban a que pasara un autobús o algún conocido les ofreciera “un aventón” hasta Linares, lo enredó en un jorongo y lo sentó en una banqueta alta. No faltó el curioso que le preguntara que hacían allí, a lo que ella respondió con toda franqueza: vamos para Linares porque parece que este hombre ya se anda muriendo, yo nomás espero a deshacerme de “la embromia” para bailar “El Quelite” (¿enero y febrero?, ¡desviejadero!).


15                     Cuando yo quiera, es gratis.

               Cuando otros quieran, que me paguen.


Se las Tentó el Diablo

Cuenta la Biblia que en el Paraiso Terrenal Eva es tentada por Satanás en forma de serpiente y, junto con el diligente e ingenuo jardinero Adán, prueba el fruto prohibido (Gn. 3:1-6). De pronto Adán se da cuenta de que él está desnudo, que ella está desnuda, y que los buenos tiempos han pasado (o principiado, según el punto de vista que se tome). Parece ser que ése fue el origen de la primera familia ... disfuncional (con un hijo que asesina a otro). 


Tiempos después, y en San Pedro de Iturbide (según algunos “casi el Edén”), las hermanas Vera y Flor de Acacia antes de cumplir los treinta años se hartaron de estar viendo siempre las mismas caras, la de Vicente y las de los otros veinte, así es que decidieron irse a Monterrey a probar fortuna como muchachas de la vida galante. Por algún tiempo anduvieron de trotacalles recorriendo de arriba a abajo Colón, entre Colegio Civil y Miguel Nieto, que por entonces era la zona de tolerancia de la vida alegre (todavía no existían las “teiboleras” ni el “Bar Matehuala”), pero llegó el momento de hacer cuentas y vieron que el negocio ya no daba para más, por lo menos no para ellas.


Acacia regresó a la Villa y fue amasia de un pastor, de quien heredó un terreno. Gracias a esos recursos, y a la experiencia laboral adquirida durante su vida en Monterrey, tuvo una serie de “maridos”. Vera se estableció en Linares, y nada más iba al Pueblo durante las fiestas de marzo o de San Pedro, para hacerse cargo de la cantina junto a la iglesia católica o a la escuela “Centenario”.


Aunque en la Villa ha habido varios intentos orientados a profesionalizar el oficio más antiguo del mundo, con el fin de ofrecer un servicio de mayor calidad a quienes estén de paso y lo soliciten, ninguna de las tentativas ha tenido éxito, básicamente debido a la competencia desleal de sectores espontáneos de la población que actúan como aficionados ocasionales al arte de amar, o del Kamasutra.


16                   A quien me quiera, quiero.


La Aparecida en Bikini Rojo


Durante los años ochentas del siglo pasado el país se encontraba en relativa calma, y para entonces varios de los iturbidenses que habían salido a estudiar ya estaban establecidos en Monterrey con sus familias. Éstos aprovechaban los fines de semana para escaparse del calor y llevarles dinero o despensa a sus papás o hermanos que seguían en el Pueblo. A veces se iban desde el viernes al atardecer para pasar allá dos o tres noches, antes de regresar el domingo por la tarde o el lunes en la madrugada.


Entonces principiaron las llamadas telefónicas entre las mujeres de este grupo para advertirse unas a otras del riesgo de viajar por la Sierra sin luz diurna. Decían que en el Cañón de Santa Rosa, cerca de El Ebanito, se aparecía una mujer en bikini rojo (hubiera sido más visible en blanco, pero parece que no se acordó del ritual fantasmagórico) y que se les atravesaba en la carretera  a quienes iban manejando.


Las apariciones terminaron cuando una tarde en que un vecino de la Villa iba solo en su camioneta, se le apareció la chica en bikini, él cortésmente se detuvo para ver en qué podía servirle (¿quién a quién?), salieron de donde estaban escondidos los malandrines cómplices de la doncella, le quitaron las llaves y se fueron con ella en la camioneta robada rumbo a Galeana. Lo que los asaltantes no esperaban era que tras el caballero andante fueran unos amigos suyos, quienes le ayudaron a sobrepasarlos y reportarlos en un retén policiaco que estaba más adelante, donde los detuvieron.


17                         Sin tortillas ...

                              sobra el hambre.


Herencias Malditas


Como parte de la fantasía de haber sido expulsados del Paraíso Terrenal, en Iturbide hay quienes lamentan la maldición de tener que trabajar para vivir, “nomás por tener la desgracia de estar casados y ser muy pobres”, y lo peor que les puede suceder es que se les vaya de las manos algún dinero con el que ya tenían la ilusión de contar. 


Las propiedades y dimensiones de las mismas son origen de los problemas más frecuentes en las familias del Municipio. Hay quienes ya aprendieron la lección y personalmente entregan en mano a sus herederos las escrituras o facturas de las propiedades, reteniendo el usufructo, pero parece que también hay quienes gozan por adelantado de los problemas que heredarán a la siguiente generación, incluso habiéndoles firmado testamentos o escrituras imprecisas.


18                       Si no quieres llegar a viejo,

                       suicídate mientras seas joven.


Los Ahorcados


Durante las últimas décadas oficialmente no ha habido asesinatos en el Municipio, solamente suicidios ocasionales, casi todos por ahorcamiento (hasta en la Comandancia Municipal). Aunque hay quienes comentan el caso de un campesino a quien al andar subiéndose a un árbol se le zafó la carabina que llevaba consigo, la que al golpear contra el suelo se disparó con tal puntería que allí mismo él cayó muerto.


Casos cerrados: todos los difuntos siguieron el antiguo consejo.


19                Pues sí, ¡pero en realidad no!.


¿Vida de Artistas?


¿Dijimos que los viejos de la Peña contaban sus recuerdos sin autocensura?, pues sí, pero parece que no, o por lo menos no siempre. ¿Usted qué cree?.


Dicen que a principios del S. XX dos artistas originarios de la región fueron Arturo Peña (fotógrafo y pintor) y Alfonso de la Peña (poeta), que Arturo se casó con Francisca M. y tuvieron tres hijos, él se fue a trabajar para la Ciudad de México y Puebla, y ella tuvo otros dos hijos con Alfonso. Esto no se sabría hoy si Pedro Gómez Danés, cura de San Pedro Apóstol y cronista del Pueblo, no hubiera preguntado a Armando Torres (Monografías … IV, pp. 62-3): “Arturo, el poeta, con quién se casó”.


Según la transcripción de la entrevista, la respuesta de Armando fue: “Francisca Meléndez de la cual hubo tres hijos, pero no está bien, no me gusta”. Después de algunas vacilaciones, aclara que Arturo no era poeta sino fotógrafo, y desembucha lo del triángulo con Alfonso.


Moisés de la Peña dice que Francisca era de Linares, y que Arturo “Alternó su labor artística con su afición al alcohol. Abandonó a su familia y se radicó en Texas, donde murió bastantes años después”. A Alfonso ni siquiera lo menciona (Apuntes … , Semblanzas de Familia), pero Armando afirmaba que Alfonso también se fue para Estados Unidos, a California, y que años después Alfonso hijo estuvo por San Pedro en algunas ocasiones.


Es toda la información con que contamos. Con esos elementos ¿cómo desembrollaría usted este tango?.


20               Chile piquín tierno, ni para salsas.


Con amor de camaradas


A pesar de que la cultura matriarcal es predominante en el Pueblo, o tal vez por ello, el machismo es o parece ser más notorio que en otras poblaciones en las que hemos vivido. Casi todos se sienten capacitados y con derecho para opinar sobre cualquier cosa que haya sucedido, suceda o pudiera suceder en éste o en otros  mundos; con más razón todavía sobre como “deben” vivir los demás habitantes de la Villa.


Desde pequeño al varón le reconocen más derechos, le toleran más abusos, se fomenta su “independencia” y recibe una mayor cantidad de dinero que sus hermanas para gastar por su cuenta (“es que él es hombre”). Lo mismo pasa con las oportunidades de educación formal o de desarrollo personal. En las mujeres no tiene caso “gastar”, de todas formas, en cuanto sea posible se le “transferirán los derechos y responsabilidades” a otros, y mientras más pronto mejor.


Al llegar el muchacho a la pubertad comienzan las presiones de familiares, amigos y vecinos para que muestre su “hombría” (todo vale: ¡Mueeestras graaatis!). Si se casa y la mujer no queda embarazada pronto, principiarán las angustias por el “qué irán a pensar o decir” (que salió impotente, jorro o joto), las que felizmente terminan cuando nace el primer hijo (de ser posible del género masculino, si me hace favor), generalmente hasta allí llegarán los sueños y esperanzas para él, lo demás será rutina. Un padre de ocho mujeres le regaló a la esposa una medalla de oro cuando nació su único hijo varón, nunca supo que si alguien tuvo algún mérito en eso fue él, al aportar el cromosoma Y.


Se aparenta que todavía “todos creen” que es necesario ser heterosexual para engendrar (y sólo completando el coito vaginal, según Onán - Gn 38:9). Salvadas las apariencias, con algo de disimulo, cada quien … , que para eso hay bastante monte, zanjas donde se harán cimientos para la construcción, o cabinas de camionetas y camiones.


Si le creemos al “Canto a Iturbide”, la madre es la emperatriz ansiosa de la llegada del “reyecín”, las otras mujeres a lo más que podrán aspirar es a ser algún día sus “reinitas”.


Es cierto que durante casi un siglo no ha habido feminicidios en el Municipio, pero se sabe que las infidelidades y el maltrato a las mujeres son cotidianos.


¿Cómo afirmar que en Iturbide todo es felicidad, porque se vive “con amor de camaradas”, si también ha habido “machines” atarantados a leñazos?.


21               Yo en la casa, tú en el campo,

                     lo demás lo hacemos juntos


Matriarcado en Crisis


Aunque en el Municipio ha bajado la tasa de padres y madres menores de edad, sin desaparecer del todo, cada vez es más común entre los jóvenes emigrados pensar que, al estar conscientes de lo que heredarán a los hijos, el traerlos a este mundo puede ser una irresponsabilidad: calentamiento global, epidemias, violencia en todos los ambientes, corrupción, crisis ideológicas políticas y religiosas, etc.


Ya los matrimonios del último tercio del siglo pasado se limitaban a tener dos o tres hijos, con la esperanza de darles la oportunidad de lograr una mejor educación que la que ellos recibieron y que así tuvieran algo de movilidad social, pero esa misma educación los ha hecho más conscientes de la realidad en la que viven.


No es ninguna novedad afirmar que en Iturbide el eje de las familias han sido las mujeres (las generalas, según Gómez Danés), pero esperemos que el  repetir la historia no sea lo único que nos quede al conservar las costumbres: ¿Únicamente seremos rebaño para el matadero, ovejas guía (ovejas judas) y quienes lo devoran?. ¿El replicar o reenviar por teléfono mensajes creados por otros, aunque sean falsos, será nuestra única forma de participar en la historia?.


En la familia en que me ha tocado vivir una de las últimas matriarcas ha sido la menor de mis hermanas, quien en ningún momento ha evadido las exigencias que como tal le presentan sus ortos roles sociales: hija, estudiante, esposa, madre, líder familiar, etc. ¡Gracias por tu compromiso y lealtad para con los nuestros!.


        “Reaccionar a lo que ahora sucede, la pandemia y el cambio climático, requiere desbaratar el sistema de las creencias básicas con las que todos hemos sido educados.”


                                                              Leonardo Boff


22                        Mas no sé qué pasó,

                               ni qué no pasó.

Romanita, vecina de la Villa


Y al Tercer Día …


Aunque ya era el mes de octubre, el clima estaba cálido, húmedo y pegajoso. Sólo se escuchaban algunas chicharras, los ladridos ocasionales de perros o el canto de gallos a la distancia. De vez en cuando los secuestradores cuchicheaban entre sí, y en cierto momento se oyó un ruido como de pisadas que se acercaban sobre las hojas secas, pero luego le siguió otro rápido como de una lagartija o rata que se alejaba huyendo. Una de esas noches también se escucharon los gruñidos de una piara de jabalíes que pasó muy cerca.


Al atardecer del tercer día los secuestradores dijeron que nos iban a liberar. Todavía vendados y maniatados nos hicieron subir a la camioneta e hincarnos en el piso entre los asientos delanteros y posteriores. Arrancó la camioneta y, después de unos minutos, les dieron instrucciones por radio de que cambiaran el rumbo, pues nos estábamos acercando a un retén militar y la policía nos seguía, pero no pudieron hacerlo porque de inmediato principió la persecución: acelerón, se oyeron gritos del copiloto: “¡estréllate! ¡estréllate!”,  frenazo, nuevo arrancón, más gritos y, con el motor todavía en marcha, portazos ... a continuación el silencio. Allí detuvieron a dos de los secuestradores.


Luego de que nos quitaron las vendas y desataron las manos, cada uno de los cuatro grupos policíacos nos tomó datos. A partir de ese momento el soldado a cargado del operativo manejó la camioneta en que íbamos, nos acompañó en ella uno de los policías de Linares y los demás escoltaron. Así recorrimos varias oficinas del Ministerio Público, sin bajar nosotros en ninguna de ellas hasta la última, en el centro de Monterrey. Para entonces ya era de madrugada.


El militar nos informó que estábamos en la Fiscalía Antisecuestros del Estado. Nos pidieron pasar a un cubículo y esperar. Más tarde entraron dos agentes ministeriales y el soldado se despidió, pues hasta allí llegaban sus funciones.


Alrededor de las ocho de la mañana nos hicieron saber que por el momento habían terminado las diligencias, y que no tardaría en pasar por nosotros un familiar a quien ya habían comunicado donde estábamos.


Ibamos a salir de la Oficina Antisecuestros cuando llegó el encargado de ella, quien después de algunos comentarios manifestó que las carreteras del Estado eran muy seguras, que él y su familia con frecuencia viajaban sin escolta hasta Zaragoza, N. L. Nuestro familiar lo único que hizo fue preguntar: ¿por qué estamos aquí?.


¿Reporte policiaco en Iturbide?: Saldo blanco.


23                     Por rápido que trote el burro

                            no escapará de su cola.


Cuando el Tecolote Canta …

Sabemos Donde Se Encuentra


En los meses siguientes detuvieron a dos más de los integrantes de la célula, y seis años después la Policía de Linares arrestó al último cuando bajó de la Sierra, pues había ido a Iturbide a celebrar las fiestas patronales de San Pedro.


24             Vejiga que se infla de más, revienta.


La Carcajada del Diablo


La soberbia de los hijos de esta Villa próxima a desaparecer es tal, que los ha llevado a creerse que viven en el centro del universo, y que hasta yo, LucyFer,  estoy ansioso por conocerla.


La vedad es que siempre he andado por aquí y me aburro endemoniadamente, pues la mayoría de ellos por su cuenta, a su tiempo y sin mi intervención, cometen los siete pecados capitales aderezados desordenadamente con virtudes cardinales, pues el sólo pensar en algún orden les agotaría. Por mi parte, yo ya hubiera arrojado fuego y azufre sobre esta gente, pero ya nada es como antes, el Jefe se ha convertido en un blandengue, no hay duda de que ha envejecido.


Ahora que pretenden atraer turistas al Pueblo, no me extrañaría que salgan con que me aparezco, como dicen algunos que lo hace una cantante extranjera.


A fin de evitar que me calumnien, estoy preparando mi versión de los hechos para la prensa: “En una terrible noche de tormenta, en la que los rayos y centellas no dejaban de azotar los cerros y picachos que rodean la Villa, acompañados por ensordecedores truenos que sólo se interrumpían por momentos, a lo lejos se escuchó la risotada del diablo, seguida por los aullidos de perros y coyotes.


El croar de los sapos, hinchados a reventar por su propia envidia e ira, no cesaba por el arroyo que cruza la aldea.


Esa noche sólo unos cuantos integrantes de este Pueblo sin ley, sin patria y sin Dios, se atrevieron a salir de sus casas o a implorar clemencia, pues muy bien saben los milagros que cargan en el morral … ”.


25                                Sin arena

                            no habrá mezcla


Lucecita Serena


Los días en que el cura estaba en la parroquia de San Pedro, al obscurecer podía verse desde la calle que a un lado del altar brillaba una lucecita (la lámpara del Santísimo), pero llegó el momento en que hubo que cambiar por un foquito eléctrico el aceite y la mecha que en el resto de la cristiandad se acostumbra ponerle, pues algunas personas le robaban el aceite para hacer sus “brujerías”.


26                         Bruja caída del cielo,

        no volará ni aunque le den vuelo (la arrojen).


Monumento a la Bruja Desconocida


Hay quienes afirman que San Pedro es lugar de reencuentro, por lo menos de brujas (pues la gente con dinero prefieren vacacionar en otras partes), y que los aquelarres son favorecidos por la naturaleza, ya que los cerros que rodean la Villa forman siete puertos: el de Reina, de Tejocotes, Las Gallinas, Las Alazanas, La Laguna, La Sarnosa y de Gachupines.


Hasta principios de este siglo eso nada más eran creencias, pero la madrugada del 9 de diciembre del 2012 éstas se vieron reforzadas “científicamente” al estrellarse la aeronave en que viajaba una cantante mexicoamericana contra un OVNI, en el momento que aquella iba a cruzar sobre el Puerto de las Gallinas, al noroeste del Pueblo.


Los creyentes en las brujas aseguran que lo que realmente pasó fue que en ese momento una de ellas -con espíritu kamikaze- despegó en su escoba atómica a toda velocidad desde el Puerto de Reina con rumbo al noreste, y logró interceptarlos antes de que cruzaran sobre el Cerro Denmedio, por lo que el encontronazo además de ser frontal fue fatal, y hasta la fecha no se han podido hallar ni rastros del OVNI, la bruja o su escoba.


El Ayuntamiento local ordenó erigir un busto frente a la Presidencia Municipal como recuerdo del histórico acontecimiento. En la prensa nacional se dijo que era en memoria de la cantante, pero tanto los fanáticos de ésta como los creyentes en la brujería aseguran que cualquiera que tenga ojos para ver puede comprobar que a quien realmente representa es a “La Bruja Desconocida”.


27                        ¿Apuremos el Paso?


Es tarde,

pero es todo el tiempo

que tenemos a mano

para hacer el futuro.

Pedro Casaldáliga Pla

                          “Obispo de los Olvidados”

< 1 ] [ 2 ] [ 3 >

< 1 ] [ 2 ] [ 3 >

Rueda de Piedra rumbo a Camarones

           Jenny Rivera

< A ] [ B ] [ C >

< A ] [ B ] [ C >